jueves, 28 de febrero de 2008

Las verdades de Maza Zavala (Comentarios a la entrevista publicada en La Vanguardia el 23/02/2008)

El economista venezolano D.F. Maza Zavala concedió una entrevista a Joaquim Ibarz publicada el 23 de este mes por La Vanguardia (Barcelona, España), titulado “En Venezuela ahora hay más pobres que antes de Chávez". El presente comentario tiene por objeto develar el código ortodoxo que ahora el profesor profesa.

Desde hace tiempo palabras como capitalismo, dependencia, dominación, explotación, plusvalía o socialismo desparecieron del lenguaje del profesor D.F. Maza Zavala. Quien fuera, durante muchos años, uno de los intelectuales de la izquierda venezolana con más profundidad teórica, redujo su sabiduría al análisis plano, parcelado y sesgado de la macroeconomía de derecha. Aquél Maza que escribió, a mediados de los 80, una obra titulada “Ensayos sobre la dominación y la desigualdad” ya no está más. Si algún estudiante de economía, medianamente inteligente, llega a leer esta obra -fundamental para comprender los mecanismos perversos del imperialismo sobre América Latina- y la compara con lo que viene escribiendo Maza desde los años noventa, estaría convencido de que son dos autores totalmente diferentes. Maza negando el presente, reniega su pasado intelectual. Desde hace tiempo Maza dio un viraje a la derecha. Pero se mantuvo como una de las “vacas sagradas”, tanto para la derecha como para la nueva izquierda. Siguió siendo un sumo sacerdote, pero con una posición incómodamente trágica, ya que, por un lado, para los jóvenes economistas de derecha es considerado un dinosaurio; mientras que, para la derecha oligárquica, el profesor Maza devino en un “cómplice del gobierno que lo alcahuetó desde la comodidad del directorio del BCV”. Y, finalmente, para esa “izquierda” (que lamentablemente no sabe diferenciar entre derecha e izquierda en el misterioso campo de la ciencia económica) Domingo Felipe es un converso, peor aún un ambiguo. Pero al final, Maza es considerado, tanto por la derecha como por la izquierda, uno de los sacerdotes infalibles, poseedores del conocimiento misterioso de la religión económica. Lo que llaman “una autoridad”. Nadie se atreve a contradecir a la autoridad; a la reencarnación del Buda de la teoría económica nacido en estas tierras. Maza, periodista y economista a la vez, sabe que tiene un poder tremendo para influir en la “opinión pública”. Como Zeus, desde el Olimpo de la teología económica, emite juicios que son incontrovertibles, sin importarle que favorezca a la derecha.

La historia ha demostrado que hasta los sumos sacerdotes se equivocan, tal como le ocurrió a Caifás al terminar como cómplice del asesinato de Jesús.

El periodista de La Vanguardia nunca se imaginó que definiría tan impecablemente el concepto de “Vaca Sagrada” al afirmar que el profesor está “Considerado como la voz económica más autorizada de Venezuela”. ¿Autorizada por quién? Por La Vanguardia, un órgano impreso de la derecha conservadora catalana.

Pero esto no nos debe sorprender, el proceso de integración y cooptación llevado a cabo por el modelo político instaurado por el sistema capitalista rentístico venezolano fue muy eficaz produciendo transformistas (tal como los llama Antonio Gramsci). A partir de la derrota de la izquierda, y el surgimiento del Movimiento al Socialismo a principios de los años setenta, aquellos intelectuales que proclamaban ser la conciencia de los oprimidos se fueron arrimando a las mieles de la colmena rentista, emparejándose con la socialdemocracia o con la democracia cristiana. Por eso es que nunca van a criticar la corrupción de la aristocracia obrera de la CTV, ya que llegaron a estar en sus nóminas como asesores, ni mucho menos van a cometer la imprudencia de llamar a los “grandes empresarios criollos” por su verdaderos calificativos. El modelo político de nuestro capitalismo rentístico amamantó una intelectualidad de izquierda alejada de su objeto de estudio, de la realidad, del pueblo. Una intelectualidad seducida por los cargos del Estado, por las repúblicas de intelectuales, por la alta sociedad y por las oportunidades de figuración. De ser unas voces críticas, estos intelectuales, se convirtieron en apologeta del capitalismo rentístico, adoptando la metodología de análisis de la economía neoclásica y defendiendo el paradigma dominante. Y con esta actitud mataban dos pájaros de un solo tiro, por un lado mantenían su status y por otro alimentaban su ego personal. A este proceso de integración al sistema, se le agregó la irrupción de un personaje que les aguó la fiesta: Hugo Chávez. Ninguno de estos iluminados aceptará que un militar, campesino, “con pocos conocimientos de economía” se convirtiera en una referencia aquella madrugada del 4 de febrero de 1992. Muchos mascullarán aquella pregunta “por qué él, y no yo (tan inteligente, tan intelectual), llegó a convertirse en una referencia fundamental en el proceso político”.

El profesor Maza tiene una trayectoria docente, intelectual, profesional y periodística reconocida y respetable. No tiene necesidad de resaltar, porque ya lo ha hecho por su propia cuenta. Ha sido un espíritu crítico, y a veces sus artículos contienen argumentos que uno puede compartir. Pero es indudable que para criticar el gobierno ha venido desempolvando una carabina conceptual que lo aleja de sus raíces y lo acerca ideológicamente a las versiones locales de los Chicago Boy’s.

Enumeremos las verdades de Maza

Primero: Hoy hay más pobres
Maza señala que hoy hay más pobres que en 1998. Maza desestima las cifras del INE. No reconoce que la pobreza total se redujo, entre 1998 y 2006, de 49,0% a 27,5%, y la pobreza extrema de 21,0% a 7,6%.

No quiere ver la cifra de desempleo que se reduce para el segundo semestre de 2007, a un 7,6% (con una tasa de desempleo de 6,2% en diciembre de este año). Menos aún reconoce que el sector informal retrocede a 44,4% de la ocupación. Esto es un indicador que se utiliza para medir la creación de empleos productivos.

Se puede criticar que la pobreza se mide sobre la base del ingreso, tal como lo dice Maza, “La pobreza no significa únicamente que la gente tenga más dinero para gastar sino que también pueda sostenerse con sus propios medios con un puesto de trabajo, con una vivienda estable, con servicios de salud y educación.” Pero Maza no considera que el Índice de Desarrollo Humano (IDH) pasó de 0,69 a 0,88. El IDH es un índice que contiene factores adicionales al ingreso, vinculados con salud y educación.

Pero lo peor es el doble discurso de Maza. Como director, aprueba los informes del BCV, donde se señala que el crecimiento económico se sustenta -en gran parte- por la recuperación de los ingresos familiares, debido a tres factores: la política de defensa del salario real, la disminución de la tasa de desempleo, y las transferencias de ingresos a las familias debido a las misiones sociales del gobierno.


Segundo: El gasto público es excesivo
Maza, en su matrimonio con la visión neoliberal, denuncia el gasto público como excesivo. Parece que Maza no le interesa ni las cifras del BCV que señalan que el gasto público en términos del PIB, está muy por debajo de lo que representaba en los años 70, cuando se dio el boom de ingresos petroleros.

Se pueden aceptar las críticas constructivas del profesor. Es obvio que si un gobierno gasta más que lo que le ingresa, se va encontrar con un problema si los ingresos empiezan a disminuir. Pero, que Maza se haga el ciego (o se parcialice) con la visión neoliberal cuando analiza el tema del gasto, es otra cosa. Cuando asume una concepción fondomonetarista del gasto público, convierte su crítica en destructiva.

Maza no reconoce que dentro de ese gasto público el gasto social creció de 8,2 % del PIB en 1998 a 13,6% del PIB en 2006. No reconoce que en 1998 había 1.628 médicos ejerciendo la atención primaria de una población de 23,4 millones de personas. Hoy hay 19.571 para una población de 27 millones” .

Tercero: La inseguridad jurídica desestimula la inversión

Maza afirma: “Así no hay quien invierta. La invasión de fincas y los secuestros de agricultores ha terminado por hundir la producción agrícola y ganadera. Al aumentar la inseguridad, nadie se siente seguro.”

De esta manera, se confunde la conflictividad sociopolítica que necesariamente está implícita en un proceso de cambio estructural con la idea de la “seguridad jurídica”.

Maza no menciona que desde que se proclamó la Ley de Tierras han asesinado a más de 170 dirigentes campesinos. Hacer silencio de la seguridad jurídica de los campesinos mientras se defienden los derechos de propiedad de los latifundistas y grandes capitalistas, es pecar por omisión.

Es así como se lee que un esfuerzo para enfrentar el problema del latifundio, de la concentración de la tierra, para él es una perturbación que los trabajadores de la tierra ejerzan su derecho a la posesión y el uso de la tierra. De acuerdo a esta visión, la actividad productiva es un asunto para los inversionistas capitalistas privados. A Maza se le olvidó la palabra desigualdad, injusticia, latifundio…

Un ex¬-director del BCV no reconoce las cifras de las estadísticas levantada por el BCV: la inversión se ha incrementado en una tasa mayor al consumo; la capacidad utilizada ha llegado al máximo: un 60% de los empresarios, privados, reconocen que la capacidad utilizada esta cercana al 100%, mientras que el total ubica este indicador por encima del 90%. Entonces, de acuerdo a Maza estos inversionistas son unos fantasmas. Y los informes del BCV que él refrendó cuando era director son falsos.


Cuarto: El Banco Central no tiene autonomía
Es en su concepción de la política macroeconómica, y específicamente en su concepción de un Banco Central, donde Maza devela un pensamiento coherente con la corriente ortodoxa. Cuando Maza defiende la autonomía del BCV, está defendiendo la concepción neoliberal de los bancos centrales. Maza es un estructuralista con una visión macroeconómica que no contradice al discurso de los organismos multilaterales. No reconoce que la creación del FONDEN es una de las medidas de política económica que marca distancia con el pensamiento dominante a nivel mundial. Es un instrumento que apunta hacia el cambio estructural, en la medida en que el gobierno cumpla con los objetivos iniciales para lo que se creó: convertir estos recursos en fortalezas productivas y sociales para garantizar la robustez de la economía venezolana en los próximos años. Maza dio su voto favorable en el directorio del BCV en el momento en que se creó FONDEN.

Quinto: El desabastecimiento, la especulación y la escasez las provoca el gobierno
Aquí el profesor Maza olvida explicar que estamos en un sistema capitalista, que la competencia del mercado es una competencia imperfecta: es el reino de los monopolios y de los oligopolios. Maza no menciona que en nuestras economías dependientes el reino del capital se expresa de las formas más primitivas de poder económico. No considera que en nuestro capitalismo rentista petrolero el esfuerzo por consolidar un sector agrícola que garantice al menos la soberanía alimentaria, se enfrente a fuertes resistencias. Por el lado de los insumos se encuentra con grandes monopolios nacionales y trasnacionales, mientras que por el lado de la industria, la apertura neoliberal de los años noventa convirtió a más del 90% de la agroindustria en extranjera. Por el lado de los circuitos de comercialización los oligopolios mantienen una de las tasas de ganancias más altas de Latinoamérica.

El desabastecimiento, la especulación y la escasez tienen raíces muy profundas, tal como lo afirma Maza. Por eso es una ligereza atribuirle este problema a la incapacidad del gobierno, tal como él lo infiere. Aunque no lo reconoce explícitamente, al establecer esta causalidad Maza “baila pegao” con la visión neoliberal de que, toda intervención del Estado en la economía es mala. Los inversionistas privados son los seres angelicales predestinados por la divina providencia para encargarse de la producción, mientras que los trabajadores y el gobierno son los demonios si se meten a gestionar la producción. En este último sentido Maza coincide con el enfoque filosófico de los economistas del FMI, que en el fondo creen que tanto los gobiernos como los trabajadores son ineficientes e incapaces per se.

El olvido está lleno de memoria
Maza consagra el principio de la propiedad privada. Maza, un pensador reformista que nutrió la visión crítica hacia el capitalismo, devino en un teórico pro-capitalista. Como dice Mario Benedetti, el olvido está lleno de memoria, y por eso es recomendable que se lean a ese otro Maza, que en sus ensayos denunciaba los mecanismos perversos del capitalismo y proponía el socialismo como solución. En la obra citada, en un capitulo titulado “Necesidad y posibilidad del desarrollo socialista de Venezuela”, el profesor Maza afirmaba:

“…la caracterización que corresponde a la economía venezolana es la de capitalista, es decir que la iniciativa privada predomina en la gestión económica, que la propiedad privada es la base institucional del orden social, que el incentivo del lucro es el que impulsa los negocios y que la distribución del ingreso se rige por los cánones de la relación típica entre capital y trabajo. Ello se refleja claramente en la existencia de un poder económico privado que condiciona los límites y la orientación misma de la acción del Estado, por lo que con frecuencia éste aparece como adaptándose a las exigencias de aquel poder. El Estado, pues, en este orden social, no es realmente autónomo, sino que está sujeto al juego de las fuerzas que actúan en la vida económica y las decisiones resultan de compromisos entre las mismas, no siempre coincidentes con lo que puede calificarse como “interés colectivo” o del común”

Más adelante Maza enuncia una de las claves de la transición económica al socialismo. Estoy seguro que estas ideas incomodarían a los directivos y a los fieles lectores de La Vanguardia:

“En Venezuela la existencia de un importante sector público de la economía –que comprende las fuentes principales de ingreso nacional en el presente y el futuro previsible- puede considerarse como una circunstancia que facilita la transición al socialismo. El financiamiento más importante de la gestión pública procede de la explotación de un patrimonio nacional y ello da vigencia al concepto de propiedad social y, por tanto, a la posibilidad de un sistema de relaciones sociales de propiedad y producción que sustituya al sistema de relaciones privadas en vigencia”.

Indudablemente, me cae muy bien ese “otro” Maza.

Melquíades Iguarán
25 de Febrero de 2008

martes, 26 de febrero de 2008

27-F: Acabemos con la impunidad

por: Frente Antifascista de Venezuela

Mañana 27 de Febrero, se cumplen 19 años de la revuelta popular del 27 de febrero de 1989, y se cumplen los mismos años de impunidad casi absoluta. Hasta la fecha, pocos autores materiales, y ningún autor intelectual, han sido juzgados por los crímenes cometidos contra el pueblo venezolano. Según datos proporcionados ayer por Germán Mundaraín, 98% de los expedientes se encuentra en fase preliminar, y 1% se encuentra en fase intermedia.

Luego de una larga lucha de familiares y activistas sociales, se logró la exhumación de algunos cadáveres que se hallaban en una fosa común en el sector La Peste, del Cementerio General del Sur. Sin embargo, el sistema de justicia de la IV República, y también, el que sobrevive en la V República, ha impedido que continúen las exhumaciones y que se pueda entregar los restos a los seres queridos.
En la década de 1990, el Estado venezolano nunca respondió a las demandas de las familias. Por tal razón, esas familias se vieron obligadas a acudir a la Corte Interamericana de Derechos Humanos, la cual ordenó la indemnización y otras medidas compensatorias. El gobierno del Presidente Chávez reconoció los hechos y responsabilidades del Estado, como un primer paso para conseguir que se haga justicia.


Pero la represión que se desató contra el pueblo venezolano tiene culpables. Tiene rostros y nombres. Uno de ellos es el ex presidente Carlos Andrés Pérez, quien ordenó la suspensión de garantías constitucionales que facilitó la masacre contra los sectores más humildes del país. Otro culpable es el ex ministro de la Defensa, Ítalo del Valle Alliegro, quien permitió que los soldados de las Fuerzas Armadas dispararan contra población civil desarmada y atacaran los barrios de Caracas como si fuesen zona de guerra. Un tercer culpable, de tantos otros que deberían ser juzgados, es Rafael Rivas Vásquez, quien era director de la DISIP y permitió que jóvenes estudiantes fuesen torturados. Un cuarto culpable es el general Manuel Heinz Azpúrua, quien ejecutó el Plan Ávila. Un quinto culpable es Alejandro Izaguirre, quien fungía como ministro de Relaciones Interiores. Pero hay muchos más.



El pueblo venezolano resistió contra el neoliberalismo, contra el Golpe de Estado del 11 de abril de 2002, y sigue resistiendo contra el olvido. La impunidad de los crímenes del 27 de febrero de 1989 NO PASARÁ.

miércoles, 20 de febrero de 2008

Porque NO HAY PUEBLO VENCIDO, marcha popular el 27 de febrero

El 27 de febrero convocamos a todo el pueblo bolivariano a la marcha en conmemoración del día de la rebelión popular. A decirles una y otra vez a los enemigos de siempre que no hay pueblo vencido, que hoy el pueblo hace y profundiza su revolución. Partiremos de la Plaza del Rectorado de la UCV a partir de las 12m hasta llegar a la Plaza Caracas, donde haremos la cantata del 27F.
Reiteramos entonces que esta marcha la hacemos porque:
El grito rebelde del 27 de Febrero del 89 dio inicio la revolución popular bolivariana. Desde entonces, nosotros y muchos pueblos hemos cruzado fronteras que parecían infranqueables. Pero alerta, porque nos aborda la necesidad de una nueva rebelión. Las derechas, los imperios, el capitalismo salvaje avanzan por todos los rincones en contra del pueblo y la revolución. Avanza fuera y dentro del proceso, fuera y dentro de nuestras fronteras. Lo que nos obliga a luchar unidos en función de romper los cercos contrarrevolucionarios.
No somos una masa electoral, somos un pueblo que ha crecido en el tiempo y en el espacio. Rompamos el silencio, los chantajes, las agendas ocultas y enfrentemos la crisis en la calle, desde el pueblo y activando de lleno la disposición revolucionaria.
Por ello: la marcha del 27F es una marcha para poner en camino el verdadero poder popular, para decirle un rotundo no a todo aquel burócrata que intente instrumentalizar estos gérmenes de organización libre e igualitaria para sus fines de poder y ansias de dinero. Es una marcha para poner en la calle las demandas más sentidas de la gente verdadera y luchadora: queremos vivienda, servicios e infraestructura comunitaria, caminos, alimento, trabajo, salud, educación, tierra, seguridad social y salarios justos; exigiendo socialismo, exigiendo control popular sobre tierras, empresas, vida y estructura ciudadana, exigiendo se expropie a los acaparadores, se aplique la escala móvil de salarios, se acabe por las buenas la ley de la impunidad hacia los ricos y la cárcel para los pobres, antes que tengamos que acabarla nosotros mismos.
Es una marcha para advertirle a todas las derechas, a la vendida de la lacaya oligarquía, a la Exxon y toda la patraña multinacional, como a la rojita que se enmascara tras los discursos emancipatorios, que aquí no hay pueblo vencido.
Es una marcha para llamar al pueblo a insurgir de una vez por todas contra este sistema colonizante y explotador que es el capitalismo, el capitalismo como imperio explotador, terrorista y destructor.
Es una marcha para hacer un llamado al pueblo colombiano a que preparemos la gran insurgencia: ¡somos un solo pueblo!
Es una marcha hacia la formación de la gran Asamblea Nacional de Movimientos Populares, paso fundamental hacia la construcción de un poder popular realmente autónomo políticamente y poderoso en su función directa, que no acepta sustitución.
Enfrentemos la agresión imperialistaVivan los libertadores del 27 de Febrero.
No queremos ser gobernados, queremos gobernar- Asamblea Popular Revolucionaria de Caracas -

martes, 19 de febrero de 2008

Para entender la idea de decrecimiento por Rigoberto Lanz

Para entender la idea de decrecimiento

Rigoberto Lanz

15 de febrero de 2008

Los mitos del “progreso” y las distintas idolatrías del “desarrollo” son los principales escollos de mentalidad para entender de qué va la cosa cuando hablamos de Crecimiento Cero o de decrecimiento. El colega Alberto Buela ha desarrollado en este mismo espacio las coordenadas teóricas básicas de este debate. Recientemente la “Universidad de Verano” que organiza anualmente Edgar Morin consagró sus deliberaciones a preguntarse “¿Qué queda del desarrollo sustentable?”. Justo en ese contexto aparece con nitidez la envergadura teórico-política de esta vertiente de la ecología política que no se contenta con la crítica a los “excesos” del desarrollismo sino que cuestiona en su raíz el modelo cultural que está por detrás de todos los paradigmas de crecimiento económico en el mundo (incluido el modelo chino que aparece emblemáticamente como el colmo de una visión salvaje de los paradigmas del “progreso”)
Como suele ocurrir con las ideas radicales, las tesis del decrecimiento hacen ruido a las mentalidades cientificistas instaladas, al realismo político de los grupos de izquierda, al status quo académico que tardará mucho en entender cuál es la agenda donde se inscribe este debate fundamental. Las tesis desarrolladas por gente como Serge Latuche o Alain de Benoist hace rato que han impugnado en sus raíz el modelo de crecimiento del mundo occidental que lleva ineluctablemente a la eco-depredación del planeta. Ello incluye una crítica radical al modelo tecno-científico que está en la base, a los sistemas educativos que reproducen la mentalidad desarrollista, a las políticas públicas que en el mejor de los casos no pasan de la retórica de la “protección medio-ambiental”.
Lo que se produce en el mundo -y cómo se produce— corresponde a modelos culturales íntimamente imbricados con los juegos de intereses de clases y grupos bien identificados. Los modelos de consumo que se reproducen planetariamente son igualmente expresiones de un paradigma cultural que no es inocente. Podemos constatar que el 80% de lo que se produce en el mundo es esencialmente supérfluo. El modelo energético que sustenta este modo de producción mundial es absolutamente insostenible. No hay solución verdadera al drama de la muerte ecológica del planeta arrastrando el modelo de consumo dominante: su sustento ético, su legitimación estética, sus coartadas políticas.
En Venezuela la discusión sobre un asunto aparentemente menor como el “desabastecimiento” conecta inmediatamente con esta agenda controversial. ¿Qué es eso de “abastecimiento”? ¿Quién decidió que son estos o aquellos los productos y servicios que la gente debe consumir? La trampa es hacer creer que el asunto es tener anaqueles llenos o anaqueles vacíos. ¿Y cuándo discutimos la cuestión de la naturaleza misma de esa producción? ¿Dónde debatimos sobre la manera cómo se produce lo que se consume? ¿Con quién debatimos la cuestión crucial de otras pautas de consumo, otro modelo energético, otros valores de uso, otro concepto de “necesidad”?
Estos son apenas algunos indicios de los tremendos problemas que están en la agenda mundial de debate de una nueva ecología política. No decimos que hay aquí una “solución” mágica a los entuertos de toda una civilización. No se trata de “salvar” la Modernidad (como quisieran los habermasianos) sino de hacer aflorar un nuevo humus civilizatorio que instaure las condiciones para otro modo de vivir. Ello no se decreta. Se trata más bien de hacer los enlaces entre una voluntad emancipatoria que lucha a diario contra las miserias del poder y el horizonte utópico de una “sociedad-mundo” (Edgar Morin) que le ha torcido el cuello a la globalización depredadora.
La vía del decrecimiento es una apuesta epistemológica y socio-política que se inscribe en el corazón mismo de los debates Modernidad-posmodernidad. Allí hay espacio para los grandes vuelos teóricos y también para emplazar al pragmatismo político que es incapaz de hacerse cargo de las implicaciones de la gestión pública cotidiana. No se trata sólo de “llenar los anaqueles” sino de poder discutir al mismo tiempo lo que está por detrás de esa sencilla operación. Allí nada es inocente.

Artículo publicado originalmente en ALAI (12-02-2008).

El nuevo gurú de la economía venezolanaDieterich y el análisis “científico” de la inflación en Venezuela / Publicado en Rebelión 15-02-08

El nuevo gurú de la economía venezolanaDieterich y el análisis “científico” de la inflación en Venezuela

por Alberto Montero Soler
Rebelión
El reciente artículo de Heinz Dieterich, Política económica y discursiva suicida del gobierno venezolano, sobre la situación de la economía de ese país y, más específicamente, sobre el problema de su elevada tasa de inflación y los problemas de desabastecimiento existentes no ha podido menos que causarme sorpresa por diferentes motivos que iré desgranando a lo largo de este texto.De entrada, quisiera advertir que coincido con él en determinados aspectos que señala en su artículo pero que no van más allá de lo meramente descriptivo: el nombramiento de ministros improvisados y con escasa formación específica para carteras importantes (a lo que añadiría la alta rotación que viene produciéndose en esos ministerios con lo que ello implica en términos de falta de continuidad de los proyectos emprendidos); la superficialidad y carácter errático del discurso económico oficial (producto, a su vez, de la falta de formación económica de los ministros del ramo); o la tremenda facilidad que tienen para echar la culpa de la ineficiencia de su gestión a tramas conspirativas, que no digo que no existan, pero contra las que tienen todos los instrumentos para perseguir o, en su defecto, contrarrestar.Pero, aun compartiendo esas posiciones comunes –sería difícil no hacerlo-, cuando Dieterich abandona lo descriptivo y entra a lo estrictamente analítico es cuando los puntos de discrepancia se tornan radicales. Y sería difícil que no lo fueran si se tiene en cuenta la superficialidad de su planteamiento y el hecho de que el instrumental analítico que utiliza se inserte en el convencionalismo económico más ortodoxo y monetarista.Inflación y desabastecimiento en Venezuela a la luz de DieterichBajo el pretencioso título de “Inflación y desabastecimiento a la luz de la ciencia económica”, Dieterich trata de ofrecer su versión de los principales –que no los únicos- problemas de la economía venezolana recubriéndola de un halo de cientifismo como si la que ofrece fuera la única explicación posible. Así, según Dieterich, la forma más sencilla para que el “ciudadano no-economista” (¿se incluirá entre ellos?) entienda el problema de la inflación y “se libere de mistificaciones” es mediante la llamada ecuación cuantitativa de la teoría cuantitativa del dinero.Según esa teoría, la inflación viene provocada por un exceso en la cantidad de dinero en circulación en relación con la cantidad de producto existente. Ese exceso de dinero, ante una oferta de productos constante, se traduce en una presión sobre los precios que acaba elevándolos y, con ello, generando inflación.La inflación venezolana estaría provocada, entonces, por el incremento de la liquidez monetaria en la economía. Es más, en su artículo Dieterich descarta explícitamente que pudiera estar generada por el aumento de los precios internacionales de los productos (inflación importada) o por un boicot económico (desabastecimiento provocado o contrabando de extracción). Sobre otras posibles causas no dice nada, así que deberíamos entender que también las estará descartando o que, sencillamente, las desconoce.Siguiendo con su planteamiento, el alemán destaca que la inyección de liquidez en la economía se produjo como consecuencia de que el gobierno recurrió a esa receta porque 2006 y 2007 fueron años electorales pero que, sin embargo, para 2008 -que también lo será- esa receta es disfuncional e insostenible.Por otro lado, y en relación con el problema del desabastecimiento, Dieterich señala que éste se explica porque los precios de venta (administrados por el Estado para los rubros básicos de la canasta alimentaria) no cubren los costes y, por lo tanto, desincentivan la producción. Y, al mismo tiempo, porque lo reducido de dichos precios estimula el contrabando hacia Colombia o el mercado negro (aunque en este segundo caso habría que matizar que no existiría un problema de desabastecimiento sino de venta por encima de los precios regulados).¿Se ha vuelto Dieterich monetarista?Pues bien, con esa explicación del fenómeno inflacionista en Venezuela, Dieterich se da por satisfecho y contrapone, soberbiamente, el rigor científico de su planteamiento al del gobierno venezolano que, en su opinión, se niega a “explicar científicamente la realidad a los ciudadanos”.Puedo coincidir también con él en que el gobierno venezolano no está acertando ni en la diagnosis ni en la explicación mediática ni en las políticas económicas (si es que se ha emprendido alguna) contra la inflación. Pero en lo que no puedo estar de acuerdo ni por asomo con Dieterich es en el diagnóstico que realiza de la inflación y en las recetas de política económica que propone para solucionarla. Veamos por qué.En primer lugar, y por principios, no puedo coincidir con alguien que mantiene una teoría monetaria, la teoría cuantitativa, que se encuentra en la base de toda la economía neoclásica, la que, a su vez, constituye la base de toda la política económica neoliberal. Es más, la teoría cuantitativa del dinero es, con algunas modificaciones, el fundamento de toda la teoría monetarista que impulsó Milton Friedman y que refuerza aún más si cabe, en la órbita monetaria, a las políticas neoliberales. Pero esto, que es una cuestión de principios, se complementa con el hecho de que la teoría cuantitativa del dinero, como cualquier estudiante de economía sabe o debería saber, no es una explicación en sí misma de la inflación sino una mera tautología que no aclara nada sobre las razones de ese fenómeno. Es más, es una tautología que trata de ceñir el fenómeno inflacionista a explicaciones de carácter exclusivamente monetario, obviando otros factores económicos de naturaleza real y, lo que es más grave, sus determinantes políticos y sociales.En efecto, la ecuación de cambios de la economía cuantitativa lo único que nos dice es que el dinero pagado por los compradores siempre es igual al cobrado por los vendedores. Pura tautología que encierra una modesta verdad que es cierta en sus líneas generales pero que, en sí misma, se detiene en el punto en el que debería comenzar a ofrecer explicaciones.Expliquemos esto utilizando la misma metáfora que usaba José Luis Sampedro en su libro, ya clásico, sobre la inflación. Así, el lector debe imaginar que el alcalde de una ciudad afectada por frecuentes riadas llama a un técnico al que le encomienda la solución del problema. Al cabo de algún tiempo, el técnico se le presenta provisto de considerables estadísticas y, por toda solución, le dice lo siguiente: “Señor alcalde, la única manera de controlar la riada es reducir la tasa de crecimiento de la cantidad de agua. No conozco ninguna riada en la historia que no haya ido acompañada de un rápido crecimiento en la cantidad de agua”.Con esto qué quiero decir. Pues, básicamente, que afirmar que la inflación se produce por un exceso de dinero en relación con la cantidad de mercancías existente es como decir que las riadas se producen por un exceso de caudal hídrico en relación con el cauce disponible. Es decir, una perogrullada. Pero, evidentemente, la explicación de Dieterich no se podía mantener en ese nivel y, como ya se ha apuntado más arriba, acaba atribuyendo el incremento en la cantidad de dinero en circulación a la irresponsabilidad del gobierno venezolano que, en periodos electorales, inyecta masivamente liquidez en la economía. Algo que, por otra parte, disculpa señalando que “es normal para cualquier gobierno” y que, en algunos casos (como en el venezolano), se acompaña de control de precios de los bienes y servicios básicos.Lo que sorprende es que, sustentando su explicación sobre la teoría cuantitativa del dinero, a continuación diga que “esta receta fue posible para el año electoral 2006 y el año electoral 2007; pero, en esa forma, es disfuncional e insostenible para el año electoral 2008”. Y sorprende porque si ese es el “comportamiento normal para cualquier gobierno” en época electoral, en Venezuela desde que gobierna Chávez ha habido procesos electorales en 1999, 2000, 2004 y 2005, además de los ya referidos de 2006 y 2007. ¿Por qué durante esos periodos, y exceptuando por razones evidentes el repunte de precios que se produce como consecuencia del paro petrolero, la tendencia de la inflación era descendente y no al alza como ocurre ahora? Si ese fuera el “comportamiento normal” de los gobiernos debería haberse producido el mismo fenómeno inflacionista en aquellos momentos y, sin embargo, no ocurrió así. Insisto, si se supone que ese suele ser el comportamiento normal del gobierno y que, en consecuencia, obró entonces de esa forma, inyectando liquidez en la economía, la ecuación cuantitativa pronosticaría un alza de la inflación (salvo que se produzcan variaciones en el producto interno o en la velocidad de circulación del dinero, planteamientos a los que Dieterich en ningún caso hace alusión). Sin embargo, la inflación durante esos años cayó sistemáticamente y estuvo a punto de situarse por debajo del 10% en junio de 2006, un año y medio después del revocatorio y en uno de los años electorales en los que, según Dieterich, se debería haber producido ese incremento de la circulación monetaria.Esto significa que algo falla en el planteamiento de Dieterich: o el gobierno no está inyectando tanta liquidez como el autor supone (en cuyo caso, y para defender su hipótesis, hubiera sido oportuno incluir datos al respecto y no darla por supuesta) o el instrumental analítico utilizado no le permite explicar más allá del caso puntual de este último periodo y, aún así, ni siquiera podría incluirse al año 2006 dentro del mismo.Un limitado recetario de política económica Con este punto de partida analítico, a todas luces ubicado en la más pura ortodoxia monetarista y, como detallaré más abajo, tan simplista que acaba siendo erróneo, las recetas para solucionar el problema no podían ser tampoco muy elaboradas.Así, en opinión de Dieterich, el presidente Chávez “sólo tiene dos opciones” (por supuesto que de ningún modo el autor iba a ofrecer un gesto de modestia a la galería señalando que, por lo menos, a él “sólo se le ocurrían dos opciones”). Por un lado, reducir la excesiva liquidez mediante:a) políticas fiscales, esto es, incrementos de impuestos. Aquí el autor demuestra su desconocimiento de la política económica venezolana ya que debería saber que la política fiscal en Venezuela se ha utilizado para reducir la liquidez generada endógenamente por la transferencia de rentas desde la industria petrolera, pero no en la forma en la que él indica –es decir, mediante subidas de impuestos-, sino mediante la emisión de títulos de deuda pública a corto plazo, muchos de ellos denominados en dólares.b) medidas monetarias, esto es, incremento de los tipos de interés. Ante esta propuesta a uno sólo le cabe preguntarse con estupor, ¿aún más? Si se encuentran en términos nominales por encima del 25%, ¿hasta dónde quiere llevarlos? c) o redistributivas. Aquí, sinceramente, me reconozco incapaz para entender qué quiere decir con medidas redistributivas que sean capaces de frenar la inflación. Mea culpa.Estas tres medidas las descarta por considerar que son inaplicables en un periodo electoral como el que vivirá Venezuela en 2008 con las elecciones a alcaldes y gobernadores que tendrán lugar en noviembre de ese año. Pero es que hasta en ese descarte se equivoca. En este sentido, basta para refutar su afirmación con recordarle que en octubre de 2007, a dos meses del referendo constitucional y, por lo tanto, en lo que él considera como año electoral, el gobierno venezolano creó un Impuesto a las Transacciones Financieras para las empresas y elevó el Impuesto sobre el Valor Añadido sobre el tabaco (en un 20%) y sobre los licores alcohólicos (entre el 6,5% y el 10%). ¿Puede haber medidas más impopulares?Y la otra opción es que el Estado asuma el coste de la inflación generando un sistema rentista que subsidie a los productores. Entendemos que esta segunda propuesta global se plantea como una medida de solución al desabastecimiento y no a la inflación porque, evidentemente, lo único que hace en relación con esta última es asumir su existencia y tratar selectivamente de que no repercuta sobre los consumidores finales. Este sistema de subsidios debería acompañarse de un programa masivo de importaciones en el que el Estado asumiría la diferencia entre los precios internacionales de los productos y los precios regulados a nivel interno.En definitiva, ante este recetario nos encontramos en la paradójica situación de que, de entrada, Dieterich se olvida de repente de la que considera principal causa de la inflación, esto es, el exceso de liquidez monetaria. Y así, le niega al gobierno venezolano la responsabilidad para instrumentar políticas conducentes a su control por ser año electoral e, incluso, capacidad e imaginación para aplicar otras distintas a las que a él se le ocurren.Y lo único en lo que insiste, entonces, es en el problema del desabastecimiento apuntando a la intensificación de los subsidios a la producción y la importación masiva de bienes de primera necesidad.Con lo cual, nos deja en la duda de si al final, o no sabe cómo abordar el problema de la inflación o de lo que quería ocuparse era del desabastecimiento y de su imaginativo plan para solucionarlo. Un plan que pasa por utilizar la red escolar (le niega la capacidad para distribuir los alimentos entre la población al ejército sin que sepamos por qué) y por hacer una convocatoria a nivel latinoamericano y europeo para importar “cuadros humanos con audacia, visión estratégica, capacidad organizativa y ética”, valores y capacidades que, debemos entender, también les niega a los venezolanos.Tanto análisis “científico” de la inflación para llegar a esa orilla. No sé si ese viaje necesitaba de tales alforjas.Lo que Dieterich debería saber, y no sabe, de la inflación en VenezuelaSi sus conocimientos de economía, en general, y de la economía venezolana en particular fueran más sólidos, Dieterich podría haberse ahorrado este naufragio en las procelosas aguas de un problema que es especialmente complejo por la cantidad de factores que influyen sobre el mismo y por las interacciones entre ellos.En efecto, sin ánimo de ser exhaustivo y, al mismo tiempo, sin que el orden en que aparecen implique importancia relativa en su grado de incidencia sobre el fenómeno inflacionario, podemos destacar una serie de factores que están marcando en estos dos últimos años el aumento del nivel general de precios en Venezuela. En primer lugar, no debe descartarse, efectivamente, el aumento de la liquidez monetaria que, en lugar de ir creciendo de forma acompasada a como lo ha ido haciendo la economía real, se ha disparado en los últimos años. Ese aumento se produce, no en los años que destaca Dieterich atribuyéndolo a motivos electorales (esto es, 2006 y 2007), sino que tiene lugar entre el año 2005, cuando el porcentaje entre la liquidez monetaria (M2) y el PIB, medido en términos reales, pasa del 23,3% al 30,3%, para luego descender al 28,5% en 2007. Es decir, con una simple ojeada a los datos estadísticos publicados por el Banco Central de Venezuela, Dieterich se hubiera podido dar cuenta de que su planteamiento no casaba con la realidad económica del país.En cualquier caso, sigue siendo un porcentaje de liquidez respecto al producto real muy elevado, dado que la media del último decenio ha oscilado en Venezuela en torno al 20% ,y puede contribuir a explicar parte del fenómeno inflacionario.En segundo lugar, y dada la repercusión que ha tenido sobre ese aumento de la liquidez en manos del público, hay que tener en cuenta los cambios erráticos que se han producido en la gestión de la deuda pública durante el último año. Y hay que considerarlo porque, como se ha señalado, la deuda pública se ha utilizado últimamente en Venezuela con una doble finalidad. Por un lado, drenar la liquidez excedentaria del sistema; y, por otro, y mediante la emisión de títulos denominados en dólares, reducir el diferencial entre el tipo de cambio oficial del dólar y el tipo de cambio en el mercado paralelo.Es aquí donde engarzamos con el tercero de los factores a tener en cuenta: el incremento de la cotización del dólar en el mercado paralelo. Así, los cuellos de botella que se produjeron durante el año 2007 en la gestión de las divisas para la importación por parte de CADIVI (Comisión de Administración de Divisas, es decir, la agencia encargada de la gestión del control de cambios venezolano) contribuyeron a agravar el diferencial entre el tipo de cambio oficial y el del mercado paralelo. En este sentido, todos aquellos productos que eran importados y pagados al tipo de cambio paralelo e, incluso, los que no lo eran pero cuyo suministradores querían aprovecharse de la situación para incrementar sus márgenes de beneficio se vieron repentinamente encarecidos. Es significativo, al respecto, el aumento de los precios en el sector de restaurantes y hoteles durante el año 2007 (un 42,8%) o la alimentación y las bebidas no alcohólicas que aumentaron casi en un 31%.Igualmente, hay que tener en cuenta que a la presión sobre el tipo de cambio del dólar en el mercado paralelo habría contribuido la demanda de dicha divisa como depósito de valor por parte de los agentes económicos nacionales. En efecto, en un contexto de inflación al alza y de restricción de las emisiones de títulos de deuda pública interna denominados en dólares, los venezolanos estarían presionando sobre la demanda de dólares en el mercado paralelo para mantener el poder adquisitivo de sus ahorros y, con ello, aumentando el diferencial entre tipo de cambio oficial y paralelo de esa divisa. Esto profundizaría los efectos subsiguientes ya señalados sobre el precio de los productos importados que son pagados con dólares adquiridos en dicho mercado paralelo.En cuarto lugar, tampoco debe desestimarse la influencia que han tenido las modificaciones en la estructura tributaria que han tenido lugar en el último año. Así, la creación del Impuesto sobre Transacciones Financieras que gravaba en un 1,5% las transacciones financieras realizadas por empresas entre el 1 de noviembre y el 31 de diciembre de 2007 probablemente ha sido repercutido sobre el precio final de venta al público de sus productos por parte de los empresarios. Y a todo ello hay que unir el aumento, ya señalado, del IVA sobre los cigarrillos en un 20% y entre el 6,5% y el 10% sobre los licores. Este incremento ha provocado un aumento de precios dentro de ese grupo de productos del 78,14% durante 2007 contribuyendo, inequívocamente, a agravar la tasa general de inflación.Pero, además, estas medidas no se habrían visto compensadas con la disminución del IVA para determinados productos básicos que tuvo lugar durante el año pasado y que, en lugar de contribuir a reducir los precios, ha incrementado el margen de beneficios de los empresarios.En quinto lugar, también hay que tener en cuenta la presión que la demanda interna y, más concretamente, el consumo privado está realizando sobre la producción nacional. Así, el PIB per cápita venezolano ha pasado de 3.285 dólares en el año 2003 a un estimado de casi 8.000 dólares para el año 2007. De esta suerte, el porcentaje que en la demanda agregada supone el consumo privado ha pasado del 15,4% en 2004 al 18,7% en 2007.Nos encontramos, por lo tanto, con una demanda agregada que presiona constantemente sobre una producción que, si bien crece a unas tasas muy elevadas, lleva una tendencia decreciente durante los últimos años (pasó del 10,3% en 2006 al 8,4% en 2007).Esto nos conduce al sexto de los factores a destacar y que influye, a su vez, sobre el problema del desabastecimiento. Se trata, en este caso, de que la capacidad productiva en determinados sectores –en concreto de ciertos rubros alimenticios como la leche, por ejemplo- se encuentra en su nivel máximo y, por lo tanto, sólo cabe recurrir a la importación para complementar la demanda no satisfecha.Si se tiene en cuenta el contexto de crisis alimentaria global, nos encontraríamos con que la falta de previsión del gobierno venezolano junto a las trabas burocráticas y la restricción a las divisas a las que se sometió al empresariado privado por parte de CADIVI durante el año pasado explicarían parte del desabastecimiento actual.Pero no es esa la única razón. Y, así, el séptimo factor a tener en cuenta -y que Dieterich sí que reseña- es la existencia de un control de precios que, dada su falta de flexibilidad a la hora de reajustarse en función de la evolución de la estructura de costes de las empresas, provoca desincentivos a la inversión y a la producción.En este sentido, el desabastecimiento no sólo se produciría porque, para determinados bienes, las empresas se encuentran en su máximo nivel de producción sino que también obedecería al efecto contrario, esto es, a que hay capacidad productiva ociosa que no se utiliza porque no resulta rentable dada la estructura de precios administrados vigente.De esa forma, una medida implementada para garantizar el acceso de la población a bienes de consumo básicos redunda en todo lo contrario, esto es, en el desabastecimiento y el encarecimiento de dichos productos porque, cuando llegan a los mercados, son rápidamente adquiridos y acaparados para su reventa a precios más elevados.Por no hablar de que en las zonas fronterizas, el contrabando de extracción hacia países vecinos donde los precios no se encuentran regulados (fundamentalmente, Colombia) ha constituido un factor adicional de desabastecimiento de los rubros principales de la canasta básica.Precisamente, la versión que con mayor intensidad maneja el gobierno en la explicación del desabastecimiento y la inflación es el comportamiento acaparador de empresarios y consumidores contrarios al proceso revolucionario. A éstos se les acusa de que retienen los productos para crear la sensación de escasez y, con ello, para generar descontento y animadversión popular contra el gobierno.Pero, aunque ello pudiera ser efectivamente así, no puede ser considerada ni como la única causa ni, probablemente, como la más relevante. De hecho, como puede apreciarse por todo lo expuesto hasta aquí, la importancia de estos comportamientos acaparadores para explicar la evolución de la inflación es excesivamente simplista y, consecuentemente, da lugar a medidas simples que, en este caso, no han hecho sino agravar el problema.Así, la promulgación de una ley contra el acaparamiento y la especulación ha provocado que, ante el temor de ser acusados y juzgados por tales actividades, los empresarios hayan disminuido sus stocks de existencias y, con ello, hayan agravado el problema del abastecimiento habida cuenta de los retardos que impone el control de cambios sobre la importación.Del mismo modo, el temor a que los camiones con productos puedan ser confiscados en sus desplazamientos a lo interno del país bajo la acusación de acaparamiento también ha provocado desabastecimiento en determinadas zonas más lejanas a los centros de acopio y distribución.Por lo tanto, y para esa cuestión en concreto, la búsqueda de soluciones simples a problemas complejos no está creando más que nuevos problemas o intensificando el ya existente, de por sí suficientemente intenso en estos momentos.Finalmente, y ya conectando con el inicio de este artículo, cabe señalar que las personas que han ocupado las carteras ministeriales implicadas en la elaboración de políticas destinadas a prevenir y, en su caso, solucionar este problema no han sido las más idóneas.En este sentido, y durante el pasado año, algunas autoridades económicas mantuvieron un discurso errático, excesivo y agresivo en lo retórico y generador de incertidumbre más que de estabilidad. Esa incertidumbre se halla detrás de la negativa evolución de algunas variables importantes para el problema que nos ocupa: la subida del riesgo país (encareciendo el coste de los empréstitos internacionales), los comportamientos acaparadores, los movimientos especulativos, el retroceso de la inversión privada, etc.Una breve advertencia finalEn conclusión, la inflación en Venezuela en estos momentos –que cerró en el 22,5% en 2007- es un problema grave que empieza a ser percibido como tal por la población y al que hay que enfrentar en todas sus dimensiones, tanto de corto como de largo plazo, y de una forma equilibrada si no se quiere que acabe descompensando, aún más, la economía venezolana.No abordarlo así, en toda su complejidad, y caer en los cantos de sirena de quienes se creen con capacidad para pontificar sobre lo divino y lo humano es una irresponsabilidad que Venezuela y el proceso bolivariano no se pueden permitir.Alberto Montero Soler (amontero@uma.es) es profesor de Economía Aplicada de la Universidad de Málaga y miembro de la Fundación CEPS. Puedes ver otros escritos suyos en su blog "La otra economía".

¿por qué los barrios todavía aman a Hugo? por Calvin Tucker de El Guardian

Why the barrios still love Hugo
Despite the rightwing press campaign against him, Chavez is still popular in Venezuela, since his tenure has made a difference

Calvin Tucker

February 17, 2008 2:00 PM

The drive from Simon Bolivar airport to the centre of Caracas retains the capacity to shock even the most hardened of travellers. It is not that poverty in oil-rich Venezuela is particularly acute by Latin American standards. I have seen much worse in Peru; mothers with dull eyes for whom a book is no more than an unintelligible mass of paper and ink, and children who grab at your trouser legs and, in return for a few coins, agree to cease whining: "Meester, please, me hungry"; the transaction robbing both the hunter and his prey of their humanity. In Venezuela, the shock is less to do with absolute poverty, and more to do with the way that social contrasts are expressed through geography, and in particular, altitude.
Hugo Chávez, the country's socialist president, is often blamed for the political polarisation of Venezuelan society. But the fact that the basis of that divide - the polarisation of wealth and power - long preceded Chávez, is proved by the urban landscape.
Suppose it were you in the passenger seat on your way into Caracas. Along the route you would doubtless look out of the window to your right. Were you to do so, you would see rows of ostentatious high-rise apartment blocks with polished windows, some of them with neatly manicured jungles protruding out of each balcony like a series of elaborate Chelsea flower shows rising into the sky. These are the homes of the middle classes. Then, if you turned your head and looked up the mountainside to your left, you would be confronted with reality as experienced by most Venezuelans: the barrio.
It is impossible to describe the architecture of a Caracas barrio by reference to a poor neighbourhood in London, Paris or New York. Seen from a distance, it is as if God had taken a giant wheelbarrow, filled with hundreds of thousands of tiny, half-made cubes and then proceeded to pour the contents indiscriminately over the mountainsides. As the cubes land, they come to rest in no particular order; one perched precariously atop another, all of them somehow defying the force of gravity.
But of course, the barrios were constructed by people: poor people from the countryside who migrated to the city during the course of the 20th century. When they arrived, finding no homes or land at prices they could afford, they squatted on unused land on the sides of the mountains, and began to surround the city with their own makeshift dwellings, built with whatever materials they could lay their hands on: usually a combination of brick, breeze block and tin, or for the less fortunate, cardboard.
The view from my friend's balcony on the 24th floor of a tower block, situated in the middle-class district of Los Dos Caminos, is spectacular. It is as if I am surveying the city from atop a lighthouse that has been plonked in the centre of a giant misshapen bowl. In the centre, there are streets arranged in straight lines, modern blocks of flats, gleaming shopping malls, and the ever-present traffic jams. Wrapped around the sides of the bowl are the barrios. Three or four kilometres from my vantage point is the Petare barrio, one of the largest in Latin America and home to almost half a million Venezuelans. At night, Petare rises in glittering yellow and white dots like the lights of a thousand Christmas trees. Soon the barrio will sparkle in monochrome, as the government programme of replacing the old yellow bulbs with energy-saving white ones nears completion.
The landscape provides a physical dimension to the sense that Caracas is a city under siege from itself: the better-off, literally, looking up at the poor who look down on the richer citizens. Politically also, Venezuelan society, in the throes of its 21st century socialist revolution, has some features of the siege warfare of previous eras. Those who were formerly socially excluded now have political power; although the wealthy retain much of the economic and ideological power, through their ownership of the private media and other businesses.
Despite Chávez having won 10 elections and referendums (and immediately accepting defeat in the one he lost), the disinformation war against Venezuelan democracy continues unabated. Two weeks ago, one of the presenters on Globovision told his viewers, apparently with a straight face, that a bank robbery in Altagracia de Orituco was the fault of Chávez. Later I watched a talk show where three upper-class pundits announced, again with no detectable trace of irony, that they were planning to march against "hunger and poverty". Incredibly, they meant their hunger and their poverty.
A few days earlier, I had been shopping in a typical Caracas supermarket in an upmarket part of town. The selection of foodstuffs, fresh, frozen and tinned, stacked high on every shelf, was as impressive as anything offered by Tesco or Wal-Mart. The only product we could not find was milk, which is being hoarded and illegally exported to Colombia by producers and distributors in an attempt to bust government price controls on basic foodstuffs. And despite the sporadic shortages, Venezuelans of all social classes are consuming more food than ever before. In the barrios, state-owned Mercal supermarkets sell food at around half the market price.
On another occasion, I stopped for a cafe negro at one of the multi-purpose street kiosks that are dotted all around Caracas. The usual selection of anti-government newspapers were on display: El Nacional, El Universal, El Mundo, El Nuevo Pais, as well as one or two more moderate organs. Most of them led with an anti-Chávez story, but the headline that grabbed my attention was the one from Tal Cual, a supposedly liberal paper: "Another dictatorship? Never!" it screamed. Last year one of their front page headlines was "Heil Hugo". Underneath was a photomontage of Chavez in a Hitler moustache. Despite these provocations, neither Tal Cual nor any of the more extreme rightwing papers has ever been subject to any censorship by the Chávez administration. Polls show that the percentage of Venezuelans who are "satisfied with their democracy works", has risen from 35% to 59% during the Chávez presidency. The Latin American average is 37%.
In December, Chávez suffered his first ever electoral defeat. Constitutional changes that would have enshrined participatory democracy and removed the limit on the number of terms a president could serve, were rejected by the narrowest of margins in a nationwide referendum. While the opposition vote remained unchanged at four and a half million, over one third of government supporters opted to stay at home. Many reasons have been advanced to explain this mass abstention, including the milk shortages; high crime rates and corruption; the complexity of the proposals; bureaucratic inefficiency; a poor campaign and complacency.
Undoubtedly, private media propaganda also played its part in confusing supporters of the revolution and shoring up support for the opposition. One man I spoke to told me that his mother-in-law, a hitherto loyal Chávez voter, had abstained, fearing that if the amendments were passed, the government would nationalise her apartment. I checked the voting records for the middle-class area where I was staying. Some 87% of my neighbours had voted against the proposals. However, it would be foolish for the opposition to draw too much comfort from their referendum victory. Chávez remains overwhelmingly popular in the barrios and provided that the government is able to refocus its efforts on delivery, those of his supporters who abstained will turn out in future elections.
What lies behind the shrill anti- Chávez hysteria (much of it financed by the US government) isn't a crumbling economy or state repression, but the exclusion of the former ruling class and their allies in Washington from the levers of state power. While Venezuela retains many of the features of the pre-revolutionary era, including bureaucracy and corruption, independent surveys show that incomes for the working class and poor majority have risen by a staggering 130% in real terms.
But the changes in people's lives involve more than just improvements in material living standards. While on a visit to the town of Naiguata on the Caribbean coast, I happened upon one of the 2,000 new clinics which are providing top-quality healthcare to Venezuela's poor majority. Inside, I spoke to Antonio Brito, a 25-year-old Venezuelan doctor who had recently graduated from the Latin American School of Medicine in Cuba. Doctor Brito told me that of the 94 students in his class, over one-third were from indigenous communities. Those who graduated with him are now serving in their tribal villages. I asked Brito how much a foreigner like me would be charged for treatment. "Here, medical treatment is completely free for everybody," he replied. "The only qualification is that you are a human being."
In the mountains of the 23 de Enero barrio in Caracas, I saw more examples of the transformation that is taking place in Venezuela. In one part of the barrio, I saw newly installed gas pipes running up the side of each house. Residents are also being connected to the outside world. In the La Cañada district, I visited a brand new infocentre, which provides computer training and unlimited broadband internet access on 74 terminals, free of charge. One of the facilitators explained that the infocentre is the result of a partnership between the ministry of science and technology and the local community. The ministry provided the building materials, logistical support and computers, and the community built the centre and chose the staff. Five hundred similar infocentres have been opened in the barrios.
Of course, Venezuela's socialist revolution is not occurring in a geopolitical vacuum. The re-emergence of multi-polarity, specifically the rise of China and the resurgence of Russia, has created economic and political possibilities for third world countries that previously would have been unthinkable. A host of Latin American states, among them Bolivia, Ecuador and Nicaragua, have decisively rejected neo-liberal orthodoxy and US hegemony, and are co-operating through Alba and other mutual trade and investment arrangements. In South Africa, the clean sweep for the left in the elections to the leadership of the country's governing ANC, was in part inspired by the changes taking place in Latin America.
A popular slogan painted on walls across Latin America is Un Mundo Mejor es Necesario; in English - a better world is necessary. For the first time in a generation, a better world is also becoming possible.

domingo, 10 de febrero de 2008

Es equivocado salir a defender a PDVSA!!!

Es equivocado salir a defender a PDVSA

He visto en
Aporrea.org y por los medios de comunicación "oficiales" que la primera reacción ante la agresión imperial a través de la trasnacional EXXON, ha sido, en un mayor o menor grado, defender a PDVSA. Esa consigna políticamente es equivocada y cae en el mismo estilo que la derecha ha desarrollado. Defender a PDVSA es obvio, hay que defenderla, hay que defender la estrategia de plena soberanía petrolera que se viene desarrollando metódicamente desde hace más de cuatro años, pero PDVSA es una empresa del Estado Soberano. Independientemente de los problemas y diferencias que algunos denuncian de PDVSA, el que no la defienda en este momento se coloca en el bando del enemigo. Así que aquellos que están, desde hace tiempo, bailando la danza de los desestabilizadores y están haciendole el juego al imperio, que no les quede duda con esta muestra de los colmillos del monstruo.

Entonces, lo que hay que salir a defender es a la soberanía nacional. Esta defensa une a la gente por la patria, sea chavista o no, sea socialista o no. Es un momento o una oportunidad brillante para educar y concientizar sobre la actuación del imperialismo, no en la teoría, no en la consigna, ni en el discurso panfletario, sino en la práctica anti-imperialista. El mundo se debe enterar que un país, una nación que quiere ser libre e independiente, que está llevando a cabo estrategias nacionalistas y revolucionarias con el manejo de sus recursos naturales y con la energía, se enfrenta al Estado Global del Imperio.

Estoy realmente asombrado de cómo nuestra dirigencia política particularizó, especializó, e institucionalizó el problema y no lo convirtió en una bandera unitaría, que además serviría para levantar el espríritu combativo, revolucionario y de unidad bastante traumatizado por la derrota mortal del 2 de diciembre. La noticia por parte de los medios de comunicación "del Estado" se maneja como una noticia de abogados, de especialistas petroleros. Aquí no sólo tenía que salir el Ministro de Energía y Minas, el cual dió una buena explicación, aquí la ausencia del liderazgo político del proceso bolivariano, y del mismo presidente Chávez fue terriblemente notoria.

No me asombra la lista de rastacueros y vendepátria que salieron rápidamente a defender a la EXXON. Esa lista de traidores debe ser investigada y publicada,. Me gustaría saber los nombres de los especialistas y de las firmas de abogados "nacionales" cuyas opiniones sesgadas han sido utilizadas en el expediente que utilizaron las trasnacionales. Me gustaría saber el nombre del responsable que escribió un titular en el pasquín Reporte de la Economía que dice, "Le está llegando su hora a PDVSA" (página 11, de la edición del viernes 8 de febrero)...Me gustaría tener una explicación de por qué el diario Ultimas Noticias, publica la noticia de PDVSA al lado de una entrevista a un supuesto investigador de un centro universitario con sede en Miami, donde se revela la dependencia comercial de Venezuela con Estados Unidos (página 22); me gustaría saber por qué el abogado Julio Borges sale inmediatamente en defensa de la EXXON; ni hablar de la actitud apátrida de El Nacional (que no es ni nacionalista) ni el Universal (que no tiene una visión universal, sino burguesa) . Es normal que el perro salga a defender la mano que lo alimenta. Se debe promover una investigación para explicar esta sorprendente sincronización.

Creo que nos estamos alejando del pueblo, ese protagonista que -cómo no tiene nada que perder- estaría atento a una llamada para defender a la patria. Esto es muy grave, ya deberíamos ayer mismo estar marchando, se debío convocar a una concentración masiva después del mediodía. Aunque creo que los encargados para hacer la convocatoria y hacer la concentración masiva, ya están programados para entender que a la "masa" de se llama sólo para votar en elecciones.

Carajo y me gustaría haber participado en una marcha antiimperialista, independentista, nacionalista, socialista... no para el domingo, no para el lunes, sino en el estilo del 13 de abril, que no se dió este 8 de febrero.

Melquiadez Iguarán