domingo, 28 de septiembre de 2008

Carta inédita de Víctor Jara


Por Mario Casasús - El Clarín de Chile

Con autorización del músico y arquitecto Rubén Ortiz Fernández, Clarín.cl publica en exclusiva una carta inédita de Víctor Jara, fechada el 23 de septiembre de 1970. El cofundador de Los Folkloristas invitó a Víctor Jara a México en 1971, después de un año de amistad epistolar, que inició con la Zamba del Che, composición musical de Rubén, grabada durante un recital en la UNAM, en el Long Play en vivo se escuchan todos los créditos y halagos de Víctor a su amigo mexicano.

Desde 1993 la Fundación Víctor Jara no ha claudicado en su labor de difundir el pensamiento revolucionario y la canción social de Víctor. A pesar de que les clausuraron el local de la Plaza Brasil (25 de julio de 2008); antes la Municipalidad de Santiago había cerrado el Estadio Víctor Jara (31 de julio de 2005); a pesar de todo su viuda Joan Jara no claudica. Por iniciativa de ella, de sus hijas Amanda y Manuela, se logró que el 3 de junio de 2008 la Corte de Apelaciones reabriera la investigación del asesinato de Víctor ocurrido en el Estadio Chile el 16 de septiembre de 1973.

Respetuosamente solicito a la Fundación Víctor Jara que no anuncien en su página web a la Fundación Neruda, mucho menos colaboren con Juan Agustín Figueroa; No mientras esté el pinochetista Ricardo Claro como albacea de la Fundación Neruda; No mientras permanezca como dictador vitalicio Juan Agustín Figueroa (ideólogo de la Ley Antiterrorista contra la comunidad mapuche); No mientras se omita el testamento y voluntad de Neruda, él dejó una Fundación Cantalao administrada por representantes de la Universidad de Chile, Universidad Católica y Universidad Técnica del Estado y los presidentes de la SECh y CUT. A diferencia de ustedes que respetan el legado creativo y político de Víctor Jara, en La Chascona e Isla Negra se reivindica lo peor del pinochetismo (Ricardo Claro); del despacho de Juan Agustín Figueroa salió por primera vez –el 12 de septiembre de 2002- la Ley Antiterrorista contra dos lonkos mapuches. Aún así ¿seguirán anunciando a la Fundación Neruda en el website de la Fundación Víctor Jara? por favor reconsidérelo; para usted querida Joan, una carta inédita de Víctor Jara, en la noche que festejarán su 76 cumpleaños.



“Santiago, septiembre 23
(mes del triunfo)

Querido hermano Rubén

Qué quieres que te diga. ¿Qué habrías hecho tú la noche del triunfo de Allende? estoy seguro que lo mismo que hicimos todos. Llorar, saltar, cantar, gritar, correr, jugar a la ronda de alegría que nunca antes Santiago había visto.

Hermanito, son tantos los años de postergación, miseria y engaño. La noche del triunfo estuve al lado de algunos viejos capos (vocablo que quiere decir tremendo) de la Unidad Popular y no podían creer que fuera verdad. Haber vencido la fabulosa campaña de la reacción y los americanos fue una verdadera patada en el culo. Lo cómico de todo es que con la campaña del terror comunista les salió el tiro por la culata, porque ahora son ellos los despavoridos y espantados, que con sus histerias creen que van a causar pánico general. Son muy huevones.

El pueblo como nunca está como tabla de firme frente a todo tipo de artimaña sediciosa o financiera. Sabemos que estos carajos tratarán de hacer lo imposible y me imagino que técnicos norteamericanos están haciendo funcionar sus computadoras para tejer futuro.

El 24 de octubre es la decisión definitiva del Congreso pleno y hasta esa fecha la cosa está tensa, pero no creo que vaya más allá que simples estallidos histéricos.

Hermanito por fin el pueblo al poder.

Cuba poderosa ilumina fuerte.

Hemos sabido de las repercusiones en el continente y los gorilas están cagados de susto por la voz que se alzó desde el otro extremo. Perú está feliz; bien para estos milicos ‘sui generis’ era muy importante el triunfo de la Unidad Popular.

Rubén, comprenderás que ha sido un año lleno de trabajo, inquietud y nervios. Razón por la que me disculpo no haberte escrito antes, cuando recibí esos fantásticos regalos, el estupendo disco y la cinta con tu voz y la de tu compañera que se oye por ahí. Curioso, ya me eres muy familiar. Ya eres Rubén y Los Folkloristas. Ya están aquí felices junto a nosotros. Felices y con ganas de hacer muchas cosas para comenzar a construir una nueva patria. Te confieso, mano (dicho mexicano) que soy muy malo para escribir. Así que disculpa estos silencios prolongados y esta exuberancia por el triunfo popular.

Por aquí llegaron, auspiciados por la Embajada de tu país ‘Los cantores de América’ fui a ver el recital y después un señor moreno y muy afable me invitó a que fuera a tomar unos tragos junto a este conjunto, a su casa. El señor era su Agregado Cultural, allá estaban el Embajador y su Embajadora y los amigos de la Embajada con sus coches insolentemente grandes, al lado, afuera de los jardines de la casa del Sr. Agregado Cultural.

Lo bueno es que a pesar de todo esto, resultó una reunión muy agradable gracias a la espontaneidad de estos cabros que me hablaron de ustedes como sus ‘competidores’. Te digo que no le tengan ningún miedo a estos rivales. Están muy por debajo de ustedes desde todo punto de vista. Uno de ellos te conoce y aprecia mucho. Con él te envío esto, aprovechando un contacto directo. Seguramente te gustaría oír mi opinión sobre ellos y su recital. Aunque es apresurada no creo que profundizando más van a borrar el primer impacto negativo.

Es raro que cantando música popular (en el buen sentido) parezcan y suenen como un conjunto de cámara de la corte de Luis XV. Sutiles, finos y delicados el huayno boliviano, el bambuco, el son jarocho, o el joropo suenan igualitos, sutiles, finos, delicados con refinados toques de atonalidad. Me parece que América está dejando de pertenecer a Los salones y vuelve cada vez más huracanada, a las manos de su único dueño El Indio; que era algo más que sutil, fino y delicado; era y es barro, puño, dolor y sangre, grito o risa estallada y cada vez más conciente de su poder.

Escuchándolos a ustedes, después de ellos, la diferencia se nota. Siento que ustedes cantan más verdaderamente a América. Y podemos estar contentos. Creo que el camino que hemos escogido es difícil y tremendamente importante. Por eso cada paso debe ser hecho con verdadero peso.

Queridos amigos Folkloristas y tú Rubén recibe mis mejores saludos y esta hermosa alegría que te ofrezco. El triunfo de los trabajadores chilenos. Te prometo, que de a poco, nuestras canciones se irán uniendo en un solo canto. La cinta y tus canciones están en mis sentimientos.


Tu amigo

Víctor


Piacenza 1144
Santiago – Chile”

sábado, 20 de septiembre de 2008

Los 'neocon' y los ojos de Edipo

Por: JORGE URDAÑOZ
Publicado en El País el 20/09/2008

Me acordé de Ulrich Beck y de sus "categorías zombis" tras la lectura del artículo Afinidades despectivas, en el que José María Lassalle (EL PAÍS, 12/8/2008) narra el ascenso y caída de los neocons en el interior de la Administración de Bush. Beck denomina zombis a ciertos conceptos que, aunque alguna vez tuvieron vida, sobreviven en nuestros días sólo como sombras lingüísticas, sin contenido preciso ni márgenes claros, incapaces de clarificar el debate ni, por tanto, de orientar la acción. "Soberanía", "clase", "nación"... todas esas expresiones albergaron en su día un significado cabal, pero hoy se encuentran lejos de proporcionarnos un utillaje teórico eficaz.

Los autotitulados 'neocons' del PP son más bien 'teocons'
Dado su carácter equívoco, neocon tiene mucho de categoría zombi. Lassalle sitúa el origen de tal ideología en la paranoia anticomunista del macartismo y asigna a Leo Strauss el título de padre intelectual del movimiento. Sin embargo, Fukuyama afirma que Strauss careció de influencia en los neocon y que el núcleo fundador surgió en los años cincuenta en el City College de Nueva York. El macartismo vendría después, actuando como catalizador, no como origen.

Los desacuerdos no acaban ahí. Según Tzvetan Todorov, el referente de los neocons sería el mismísimo Mayo del 68. A su juicio, ese "proyecto de transformación radical y violento de la sociedad ha renacido bajo otra forma, en el seno de una doctrina erróneamente llamada neo-conservadurismo (se trata en realidad de neorrevolucionarios)". El socialista Jordi Sevilla ha escrito -en la interpretación probablemente más endeble- que el movimiento neocon "es heredero de los filósofos posmodernos del pensamiento débil y de la crítica a los grandes relatos explicativos de la historia". Y en el lenguaje popular, por último, neocon ha acabado significando algo cercano a "extremista de derecha", siendo utilizado (arrojado, más bien) en los debates de la misma manera que sus antepasados más o menos lejanos fascista o facha.

Cabría así sostener, dada la corta vida del término, que más que ante un concepto zombi nos hallamos ante un concepto aborto. Los conceptos zombis una vez estuvieron vivos, pero este de neocon parece haber nacido ya muerto, incapacitado para posibilitar un debate con sentido. Algo hay de eso en el artículo de Lassalle, algo que suscita en su lectura cierta sensación de extrañeza. Lassalle celebra el declive de la doctrina, a su juicio neocon, de Leo Strauss, que carecerá de valedor gane Obama o gane McCain. Y sin embargo...

Sin embargo, cuando dejamos a un lado etiquetas y clasificaciones, lo cierto es que la postura defendida por Strauss, o una muy similar, la sustenta en nuestro país la jerarquía católica. La inquina al liberalismo, al hedonismo, al supuesto nihilismo y, en fin, al relativismo liberal se asocia aquí entre nosotros con los púlpitos y las sotanas, no con los think tanks ni con los despachos universitarios. No es nada neocon lo que destila Strauss con su desconfianza en la razón y su defensa de las "verdades inspiradas en la revelación", sino sencillo tradicionalismo premoderno. La savia filosófica que nutre su discurso es idéntica a la que podemos encontrar en muchos de los comunicados de la Conferencia Episcopal: sólo hay que sustituir al Mayflower por el catecismo católico.

De hecho, la oposición de Strauss a Popper y sus maniobras para impedir su desembarco en la Universidad de Chicago tras la Segunda Guerra Mundial recuerdan mucho -salvando obvias distancias- a lo que tuvo que aguantar aquí Ortega, tras la Guerra Civil, de manos de las autoridades nacionalcatólicas que monopolizaban el mundo académico. En ambos casos nos encontramos, por un lado, con pensadores de relieve internacional que representan la modernidad y los ideales liberales que la encabezan, y por el otro, con un establishment que, lejos de hacerles un hueco y escuchar su discrepancia, les cierra el paso. Y en ambos casos, por cierto, es Carl Schmit el pensador de referencia para el bando que rehúye el debate e intenta silenciar la voz discordante (la diferencia está aquí en que mientras Strauss se bate en su obra con Nietzsche y Heidegger, en la España franquista ningún rival de Ortega era capaz de ir más allá de la Escolástica tomista).

Y por descontado, lo que queda de ese tradicionalismo se refugia entre nosotros en el mismo Partido Popular al que el propio Lassalle pertenece, de ahí la extrañeza que suscita su artículo. Se trata de paradojas habituales en los partidos atrapalotodo como el PP, que han de aglutinar en su seno corrientes muy diversas para no perder fuerza. La cuestión es si, frente a la corriente liberal que Lassalle encabeza, existe en el PP alguna facción neocon. Interpretando neocon en su sentido más específico, el que le da Fukuyama, yo diría que apenas. Los autotitulados neocons que hay en el PP son más bien teocons. Las arremetidas contra el relativismo ilustrado vienen siempre del lado religioso, y no es extraño que sea la Cope la que más alimenta esa tendencia.

Los neocon se caracterizan sobre todo por cuestiones de política exterior. Apuestan por utilizar la descomunal maquinaria militar americana para imponer la democracia por la fuerza y, contra cierta lectura simplista, no es el petróleo o el poder lo que les mueve, sino el idealismo. La invasión de Irak habría sido la primera tentativa de transformar manu militari una dictadura en una democracia liberal. El experimento presumía tanto una guerra rápida, sin apenas bajas por parte americana (y no excesivas del lado iraquí), como la súbita transformación del país en una democracia.

Pero la desgarradora sangría a la que hemos asistido nada ha tenido que ver con aquel desdichado plan de laboratorio, razón por la que, incluso bajo ésta que es la más benigna de las hipótesis interpretativas, lo mínimo que habría de esperarse por parte de los promotores de la guerra es que su conciencia no quedara incólume. Y ello aunque, como defiende Vargas Llosa, al final la guerra se acabe ganando (y he ahí toda una expresión zombi, por cierto: "ganar la guerra de Irak").

A través del protagonista de su novela La insoportable levedad del ser -un médico checoslovaco que representa la dignidad y el coraje moral ante la pesadilla totalitaria comunista-, Milan Kundera recrea el mito de Edipo como una alegoría del arrepentimiento. A pesar de su irreprochable inocencia, Edipo se arranca los ojos cuando cobra conciencia de lo que ha hecho: la atrocidad de lo sucedido pesa en él como una carga insufrible. A partir de ahí Kundera descubre en la ausencia de arrepentimiento un criterio moral para detectar el mal, ese mal con mayúscula del que fueron culpables los comunistas que destrozaron su país. Vueltos hacia los neocons, hacia sus inopinados aliados a lo Aznar y hacia la reveladora tranquilidad de conciencia que les acompaña, idéntico dictamen arrojan hoy los ojos de Edipo.


Jorge Urdánoz es doctor en Filosofía, Visiting Scholar en la Universidad de Columbia, Nueva York.