Por Movimiento Campesino de Córdoba
Córdoba, 24 de marzo de 2008
Los piquetes del desconcierto hablan de campesinos de 4x4,
pequeños productores de 300 hectareas de soja y de un campo que no es
campo.
Los cortes de ruta diseminados por toda la geografía
provincial de la última semana, donde grandes máquinas y algunos hombres
intentan poner a consideración pública una supuesta situación de
injusticia ante las medidas tomadas desde el gobierno nacional, dan cuenta
de la hipocresía profesada a la hora de hablar del campo, de nuestro campo.
Las organizaciones ruralistas (FAA, CRA, CARTEZ, SRA) de
Córdoba se paran desde una posición de representación del sector rural
hasta con la intención de llegar a un juego maniqueo en la dualidad
campo-ciudad. Ellos hablan de un campo de trabajo, de esfuerzo, de
productividad, de alimento, que vendría a sustentar el consumismo urbano
centrado en el usufructo de los servicios y del confort. Ahora bien, en
ese análisis, que es precismamente el que ha generado la discusión en los
medios de comunicación, se está negando la verdadera y profunda realidad
de la situación actual: la del campo profundo y, si se quiere, de la
ciudad marginada.
Mientras estas organizaciones reclaman no más que el dinero
que les pemitiría continuar con la renovación de los modelos de sus
camionetas año tras año y seguir sumando propiedades inmobiliarias en la
Ciudad, el campo profundo y la ciudad marginada se debaten su
supervivencia.
El campo profundoLas organizaciones campesinas del la provincia de Córdoba
nucleadas en el Movimiento Campesino, venimos reclamando desde hace ya más
de ocho años medidas políticas profundas que impidan de una vez y para
siempre la extinción del campo. Y aquí hablar de campo es hablar de vida
rural, no de negociados rurales.
Empezando por la problemática de la tenencia de la tierra, que
precisamente no se solcuiona con medidas económicas de retenciones o de
recurso para la compra o la venta, sino con el reconocimiento ancestral de
la tenencia de la tierra en manos de quien la trabaja. Cuando hablamos de
un campesino que comienza su jornada antes que el sol para mantener su
producción de alimentos que después de injustas intermediaciones termina
en el plato del habitante confortable de la ciudad o del sojero, que
precismente no consume milanesas de soja, o incluso del marginado de la
ciudad, hablamos de otra economía, de otra vida que hasta el día de hoy,
solo se a digando a luchar para sobrevivir.
Nuestra historia como Movimiento ya vivio piquetes, ya vivio
reclamos variados, ya vivio movilizaciones y las seguirá viviendo porque
las ijusticias a las que estamos sometidos no se solucionan con un paro ni
con miles. La posibilidad de que cada familia parada sobre esta tierra
pueda acceder a situaciones de igualdad, en armonía con otras familias y
con el ambiente del cual somos un elemento más, nos habla de un largo
camino a recorrer, que en su debido momento puede optar por los mismos
métodos de quienes hoy reclaman engordar aún más sus bolsillos.
El campo profundo, nuestro campo profundo, no el de los que
hoy estan bajo un toldo mientras sus grandes maquinarias atraviesan el
asfalto, ha demostrado que a pesar de las nefastas condiciones
estructurales de producción y comercialización, tiene capacidad para
abastecer a la provincia de los cabritos de fin de año, de los terneros
que se engordan en los feed lots propiedad de los piqueteros oligarcas, de
la miel orgánica que corrió la soja de la pampa y tantas otras cosas más.
También a demostrado que a pesar de poder movilizarse cada tanto, no
abandonará la lucha hasta lograr repoblar el campo en pos de una sociedad
más justa, repoblar ese campo que los sojeros convirtieron en desierto con
el amparo del sistema económico que rige en nuestro país desde hace tanto
tiempo.
El campo profundo reclama tierra. Reclama que esa tierra que
es nuestra, sea reconocida por quienes tienen el poder, precisamente como
nuestra, como el La Rinconada, La Envidia, Cañada Larga y El Medanito, por
citar algunos casos.
El campo profundo reclama que no se destruya más nuestro medio
ambiente. Reclama ese medio ambiente donde desarrollamos nuestra vida y
que permitirá que nuestros hijos, los hijos de la ciudad y los hijos de
los sojeros puedan seguir viviendo.
El campo profundo reclama agua. Reclama esa agua que es
nuestra y no tenemos, para poder producir, para que esa agua no se
transforme en el petróleo del futuro en manos de Roggio y Suez.
La ciudad marginada
¿Qué se dice de la ciudad marginada por estos días? ¿Por qué
no se dice que los piqueteros fashion son responsables de haber depositado
miles de campesinos en los bolsones de la pobreza urbana? ¿Por qué no se
dice que el sistema judicial actual actúa en sintonía?
Sin duda, no hay políticas para frenar el éxodo hacia las
ciudades. Y eso no depende de las retenciones. Que el campo se muera no
depende del aumento o la disminución de las retenciones. Depende de un
modelo de provincia y de país. La FAA no dice por estos días que sus
afiliados, con la complicidad del sistema político y jurídico de la
provincia, desaloja campesinos en los departamentos del norte, como en el
caso de Doña Ramona Bustamante. Campesinos que indefectiblemante
terminarán sobreviviendo en la ciudad marginada, a base de bolsones y
planes sociales que se pagan con las retenciones.
La ciudad marginada también esta compuesta por miles de
trabajadores rurales que, sojización mediante, quedaron desempleados. ¿De
qué economía regional habla la Sociedad Rural de Jesús María? Allí en esa
ciudad, imperio ideológico de la expansión de la frontera agropecuaria en
el norte del país, desaparecieron los pequeños productores y no
precisamente por obra de las retenciones, sino por obra de sus propio plan
corporativo de concentración de la tierra. No olvidemos que esa Sociedad
aplaudía con furia el plan económico de Videla y Martinez de Hoz. En esa
misma ciudad hoy, muchas familias están en pie de guerra por ver a sus
hijos intoxicarse todas las semanas con los agrotóxicos que los sojeros
lanzan sobre sus vecinos, y hasta sobre sí mismos, en un claro ejemplo de
barbarie.
En resumidas cuentas, si la ciudad marginada tuviera que
reclamar por la utilización del dinero que hoy hay en el país las rutas se
cortarían los 365 días del año y en vez de cosechadoras, en el asfalto
habría bicicletas como en el 2001.
El principio de la negación
En definitiva las sociedades ruralistas pretenden llevar este
juego de reclamos y discursos a un duelo entre el gobieron y ellos,
intentando poner al "común de la gente" de su lado y con esa intención
niegan la existencia del verdero reclamo que debe emerger desde la
sociedad.
En ese juego la FAA se atribuye la representación de los
pequeños productores. Entonces, si un productor de 300 hectareas de soja
es pequeño, ¿qué tipo de productor es aquel que tiene 30 cabras o un
sembradío colectivo de ajos y cebolla? Es más, ese mismo eje de análisis
nos lleva cometer errores conceptuales que también son el sustento
discursivo de este paro. Los pequeños productores de la FAA no producen
alimentos en beneficio del pueblo, producen forrajes para la especulación
en el mercado externo. Nuestro campo negado en este paro no piensa en el
comercio exterior, por eso está lejos de discutir retenciones. Si la
patriada ruralista fuera tal no tendría problemas con las retenciones
porque produciría para nuestro mercado interno; mercado interno que hoy se
caracteriza por las góndolas vacías y los tomates a 10 pesos el kilo.
De igual manera, como se entiende que la FAA que se atribuye
la representación del pequeño productor y se sitúa en el rol de la víctima
más víctima de este cruel gobierno, genera alianzas largamente sostenidas
en el tiempo con la oligarquía terratiente de la Sociedad Rural. A ver,
despacio ... alguién que se insinúa rebelde y contestario, que hasta nos
habla de reforma agraria, se sienta hoy a planificar piquetes con la
oligarquia golpista ...
Al margen de este y de todos los paros y acciones que realice
la alianza sojera, que por una lado despotrica contra el gobierno y por el
otro le pide planes, programas y cargos, es necesario que se replantee una
discusión más profunda sobre el campo y las ciudades. Y justamente, que en
esa discusión lo negado y lo marginado, también sean de la partida.
Norte y Noroeste de Córdoba, 20 de marzo de 2008
Movimiento Campesino de Córdoba.
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1 comentario:
COLECTIVO: Me gustó la descripción de la complejidad del problema.
Saludos,
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